Aeropuertos cerrados temporalmente, vuelos cancelados, clases presenciales suspendidas en escuelas cercanas…
El volcán Popocatépetl en México lleva varios días atrayendo todas las miradas por las impresionantes imágenes que ofrece en forma de expulsiones de material incandescente y explosiones, así como grandes exhalaciones de humo y ceniza que llegó a poblaciones cercanas e hizo activar los protocolos de emergencia a las autoridades.
El Popocatépetl está activo. Sin embargo, esto no es nuevo desde que la «montaña que humea»— en lengua náhuatl— reiniciara su actividad a finales de 1994. De hecho, esta es la sexta vez desde el año 2000 que se emite la alerta amarilla fase 3 de precaución que está vigente a día de hoy.
Por ello, científicos hacen un llamado a la calma y a seguir las recomendaciones oficiales basadas en el monitoreo que realizan durante las 24 horas al volcán también conocido como «el Popo» o «don Goyo».
«El comportamiento actual del Popocatépetl es ligeramente más intenso que el que ha tenido en ocasiones anteriores, pero nada desproporcionadamente diferente. Está dentro de lo que hemos observado desde que se activó», subraya Juan Manuel Espíndola, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Basado en experiencias anteriores, el experto pronostica que la actual actividad del volcán continuaría en forma de expulsiones de cenizas y explosiones esporádicas, pero que podrían ir disminuyendo en intensidad de manera progresiva e ir «decayendo» durante las próximas semanas.
«Es como el equivalente de un enfermo que está en cuidados intensivos y está siendo vigilado. Puede que se mantenga estable, que pase a una fase peligrosa o que definitivamente se le dé el alta», compara.
«Ahora estamos en fase de observación y no se está teniendo información de que esté pasando a una fase de mayor peligrosidad. No hay evidencia de eso», enfatiza.